Artículo de Carina Gabriela Lión
La tecnología aparece, en la escena educativa, como algo imprescindible y temible a la vez. “Hay que” enseñar informática, “hay que” poner videos aunque no siempre se era para que, “hay que”Dinamizar las clases porque los chicos siguen el ritmo del zapping, etcétera. Estas y otras frases nos llevan a cuestionar: ¿Qué hace el sistema educativo con las producciones tecnológicas? ¿Cuál es su lugar en las escuelas? ¿Cuál es el impacto de las nuevas tecnologías –de la información, de la comunicación y otras –en los maestros? ¿Cuál son los entramados entre producción, tecnológica educativa y su inserción en un proyecto pedagógico?
Plantear algunos mitos y delinear realidades y utopías nos permitirá abordar estos interrogantes desde ejes de análisis diferentes y nos aproximara a una construcción mas enriquecida del objeto de estudio y de sus campos de aplicación y de reflexión. La palabra “mitos” esta tomada en su significado más general. En este sentido, se vislumbra “lugares comunes” del discurso y de la practica y se los resignifica a la luz de distintas conceptualizaciones. Entre los mitos que se toman en este articulo encontramos:
La supremacía del valor de los productos por encima de los procesos (mito que se cristaliza con la modernidad y que se plasma en la separación entre tecnología y técnica):
La idea de que solamente por incorporar nuevos medios, producciones, herramientas e instrumentos en las escuelas generamos innovaciones pedagógicas;
La ilusión de la tecnología como panacea o el reduccionismo de verla solo como un mecanismo de control social. La imagen de una sociedad comunicada vía satélite, sin frontera.
Estos mitos se retoman en los puntos 1, 2 y 3 respectivamente.
Pero antes de sumergirnos en cada uno de ellos en profundidad, resulta importante esclarecer cuales serán los ejes a partir de los cuales se encarara el análisis.
Usualmente se han asociado las modernizaciones en educación, en general, y en las escuelas, en particular, a la incorporación de nuevas producciones tecnológicas. Parecería que incluir las producciones recientes en el mercado (léase informática, telemática, correo electrónico, videodiscos interactivos, hipertextos, multimedia, CD-Rom, realidad virtual, etcétera) eleva la escuela al status de “moderna” y es suficiente motivo para alguna reforma curricular. Esta asociación, que se nos presenta como “natural”, esta arraigada en nuestros prejuicios y es histórica. Estos mitos de la innovación y de la modernización pedagógica a partir del uso de tecnología en las aulas merecen –de frente al siglo XXI- una revisión. Es propósito de este capitulo incursionar en las raíces histórico-sociales que originaron estos prejuicios y analizar estas preconcepciones desde una perspectivas critica, con el fin de desmitificarlas, acceder a otros significados y plantear nuevos interrogantes. Por eso, uno de los ejes que seguiremos es el de la relación entre la tecnología y la técnica y nos remontaremos a la historia a la epistemología de estas palabras para recrear otros sentidos de los términos y otros caminos y utopías en la relación tecnológicas-escuela-docente.
Frente a la tecnología existen diferentes posturas: los que la elogian sin considerar sus riesgos y limitaciones; los que la critican sin rescatar aspectos positivos. Recorrer estas posturas de la actualidad implica repensar cual es el lugar que le otorgamos, vislumbrar horizontes para sus posibles usos en el sistema educativo y adoptar, conscientemente, una posición determinada. Las producciones tecnológicas están: ¿Cuál es el sentido que les trasferimos? ¿Desde que lugar las incorporamos? ¿Establecemos puntos de contactos con las producciones propias del sistema educativo –como por ejemplo el diseño curricular-. Preguntarse por el para que es incluir el marco ético en el debate acerca de esta problemática.
Copia Textual del libro: Tecnología educativa Política, historia, propuestas. Pág. 41, 42, 43. Autor Carina Gabriela Lion. Buenos Aires, Editorial Paidós 1995
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