La práctica de actuación nivela nuestra energía porque compromete el estado conciente del ser humano movilizando el cuerpo, la voz y la mente. El cuerpo con variados ejercicios de expresión corporal, reconociendo la postura, ritmos, respiración, capacidad de expresión, que ante juegos convenientes se van desarrollando y permiten una liberación que llama a la seguridad y esta a la relajación del mismo, eliminando tensiones y vicios corporales que la fatigosa cotidianeidad nos impone. La voz, elemento fundamental para la comunicación, es involucrada en el teatro en formidables ejercicios de emisión que nos hace capaces de concientizar las posibilidades de llegar al oyente, altas sin aturdir, bajas sin pasar desapercibidos, estabilizando a conciencia nuestra proyección vocal. Y la mente, organizadora de nuestros actos, permanece atenta a lo que vamos a expresar dándonos seguridad en todo los actos que realizamos, practicando con textos que nos permitan divertir, asombrar, vivir sensaciones fuera de nuestra vida común, y ahí, es donde se produce el gran viaje del actor. Es comprobado que personas ansiosas se han tranquilizado mientras que individuos tímidos afloraron su expresión mediante la práctica de teatro.
Gabriel Lenn
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