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¿Cuál es la idea de belleza que nos gobierna?

Hay un cruce de dos visiones que genera, según su gradiente, distintos pensamientos acerca de lo bello, opuestos y complementarios al mismo tiempo. Los mismos se plasman en imágenes del mundo variopintas y mezcladas.
Pretendemos hacer, para salir de este laberinto, un recorrido genético por las ideas acerca de la belleza.
De un lado se erige, con porte monumental, la idea platónica de belleza, acuñada en diálogos como Banquete e Hipías Mayor, y puesta en pie de igualdad con la idea del Bien en República. Dicha idea inicia un recorrido a través de canales estéticos y éticos, y mantiene su vigencia en la actualidad.
Por otro lado la belleza compulsiva, que incluye en sí misma su no ser encarnado en la fealdad, y que circula de manera subterránea, a la par de la que parece ser la originaria, la mencionada en primer lugar. Esta última se hace conciente y se reconoce como válida, con el surgimiento y desarrollo de las vanguardias del Siglo XX.
La pregunta planteada puede ser formulada de la siguiente manera ¿lo bello contiene lo feo? ¿Lo bello como devenir se afea? ¿Necesita de momentos inarmónicos? Lo cuál llevado a la equivalencia platónica entre bien y belleza nos lleva a preguntarnos si el bien necesita del mal. Nos obliga a zambullirnos con cuerpo y alma en esta dialéctica.
Como mediadores, que buscan establecer vasos comunicantes entre ambas hordas estéticas presentadas más arriba hacen su irrupción en este campo de batalla quienes reivindican el juego como generador de belleza. Las indagaciones schillerianas al respecto, expresadas en las Cartas sobre la educación estética del hombre, adelantan las ideas nietzcheanas acerca del arte y de la verdad y nutren, a nuestro entender, las concepciones poéticas y miméticas del mundo. Un recorrido fenomenológico que aborda un objeto estigmatizado como bello va descubriendo sus fealdades, patentizadas en gestos, desgastes temporales, malos olores, etc. Las sucesivas perspectivas van revelando aspectos inesperados. La belleza en acto es belleza atravesada por su opuesto y en ella nos sumergimos cuando rompemos la valla de contención que sugiere nuestro yo cartesiano. A medida que abordamos aquella res extensa descubrimos la fusión, y con este paso también la indeterminación que nos atrapa.
Entonces la idea de belleza no propone un gobierno sino, más bien, un desgobierno, un estado anárquico que da rienda suelta a nuestros impulsos culturales más primarios.
Flavio Grinblat

1 comentario:

  1. Hola, interesante la nota, sin ambargo no concuerdo con ciertos conceptos, personalmente no creo que la belleza proponga un desgobierno ni un estado anarquico. Si podemos observar por ejemplo la maravillosa y bella complejidad del ser humano no podremos sino apreciar que existe un orden que rige su funcionamiento. Si nos basamos en la física que nos dice que el universo tiende al aumento de la entropia, o sea al desorden, entonces debe existir un orden y una fuerza que modela la creacion compleja disminuyendo dicha entropia. Si damos rienda suelta solo a nuestros impulsos culturales mas primarios nos volvemos seres casi sin conciencia. Para mi eso no es belleza..

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