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Lic. Prof. Gabriela Ricciardelli - Directora

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Comienzo de clases, un llamado que quiere hacerse oír


 “Un síntoma para el psicoanálisis es, entre otras cosos, un enigma a descifrar, un mensaje que habla de aspectos inconscientes del sujeto, de su historia particular. Pero hay también en el síntoma un aspecto social, una referencia al momento histórico que le toca vivir, a ciertos valores y a la relación de ese sujeto con ellos”

Alicia Arenas

Comienzan las clases y todos los participantes de esta experiencia debemos adecuarnos al nuevo hábito de rutina, diferente al que veníamos manteniendo en estos últimos meses.
Y como todo cambio genera, en mayor o menor medida, tensión e incertidumbre, el inicio de clases no escapa a esta realidad. Es importante saber que, tanto adultos, como adolescentes o niños necesitamos un tiempo de adaptación a esta nueva rutina, a los nuevos compañeros, espacios, horarios, vínculos, etc.… Es habitual ver en los niños aparecer algunas sintomatologías como: berrinches, rebeldía, malestar físico, erupciones, fiebres…, etc. que dan cuenta de la carga de tensión que intentan tramitar. Habitualmente estos síntomas suelen desaparecer con el apropiado periodo de adaptación, la compañía del adulto que sostiene y da seguridad,  el apoyo del colegio y los docentes que atiende las dificultades esperables de este primer periodo. Pero ¿Qué ocurre cuando el comienzo de las clases trae aparejado nuevamente los fantasmas y dificultades que se vienen arrastrando de años anteriores? ¿Qué hacemos cuando luego de este tiempo esperable, tanto chicos como padres o responsables se encuentran nuevamente con las dificultades no tratadas, negadas o desestimadas que han quedado pendientes y que han dejado marca?

La escuela es el lugar donde la mayoría de los niños y adolescentes manifiestan aquello que les esta pasando, dificultades como: fracaso escolar, dispersión, violencia, problemas de conducta, problemas de aprendizaje, dificultades de socialización, etc.; irrumpen en el ámbito educativo como fenómenos que muestran o señalan el malestar en ese sujeto. Pero el niño o adolescente no suele estar solo en la responsabilidad de este obstáculo, muchas veces están implicados docentes, padres, compañeros y otras instituciones, en tanto participes o generadores de estos efectos.

Cuando nos encontramos con  un niño o adolescente angustiado, con inhibiciones o síntomas, debemos, como docentes, padres, o psicólogos escuchar el sufrimiento que lo aqueja e intentar descubrir el enigma de la verdad que lo atraviesa.

Para que ese malestar o dificultad sea atendido es necesario que exista un referente que pueda oírlo, alguien que no cierre ese llamado con un sentido preestablecido (por ejemplo: “lo hace para llamar la atención”, “no puede”, “es un capricho”, “es así”…) a aquello que insiste por hacerse oír y donde existe un sujeto que sufre y un entorno que en ocasiones no puede, no sabe, no quiere, oír ese llamado.

La experiencia de acoger el conflicto y habilitar la palabra junto con el trabajo conjunto del niño/ adolescente, la familia, la escuela, el psicólogo permite, en la mayoría de los casos, encontrar soluciones a esta realidad que nos aqueja y nos convoca.

Actualmente, muchas escuelas cuentan con un equipo o gabinete psicopedagógico que puede acompañar, orientar y fortalecer el trabajo que el niño/ adolescente deba tramitar.

Todos los actores sociales implicados podemos, trabajando conjuntamente, dar respuesta y solución a los obstáculos que pueden aparecer en la vida de un sujeto en constitución, un sujeto que aún no posee todas las herramientas necesarias para afrontar los sucesos de su existencia. Dificultades de índole social, emocional, cognitiva, vincular que le resultan difíciles de tramitar y que en ocasiones necesitara la mirada observadora de adultos que puedan acompañarlo a desarrollarse como persona integra.

La vulnerabilidad propia de la condición de niño y porque no de adolescente (aunque en distinta medida) nos hace responsables, a los adultos, de preservar al niño de los avatares de la vida, escuchar sus demandas, sus llamados y sus sufrimientos, posibilitando a futuro el advenimiento de un sujeto capaz de sostenerse y de un día poder también sostener a un niño, en función de ese niño, que fué, para Otro.

Lic. Prof. Alejandra Spinelli

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